Intoxicación por monóxido de carbono

Este gas se produce por la combustión incompleta de un combustible, es decir, por falta de aire para arder (amplía información en el artículo sobre la Teoría del fuego). Todo combustible necesita de una cantidad determinada de oxígeno para quemarse completamente mediante la reacción química de oxidación que provoca el fuego y si no ocurre así se genera este gas incoloro, inodoro y muy tóxico que hace que la persona que lo inhala se vaya quedando dormida hasta que se asfixia por falta de oxígeno. Esto es lo que se conoce como muerte dulce ya que la persona no se da cuenta de nada.

 

 

En fechas invernales aumenta la cantidad de incendios en vivienda debido al uso inadecuado de los sistemas de calefacción, por fallos eléctricos y por despistes con fuentes de calor como las velas. A parte de los incendios, también se multiplican los casos de intoxicaciones y muertes por inhalación de monóxido de carbono. Hay muchos sucesos, algunos de ellos son:

 

- Fallece un matrimonio y su hijo de 20 años por la mala combustión de una caldera. 27/11/2021

- Cuatro intoxicados a causa de un mal funcionamiento del grupo electrógeno. 21/11/2021

- Fallece una chica de 15 años y 8 personas tienen que ser atendidas. 1/11/2021

- Doce intoxicados en un piso por un mal funcionamiento del calentador. 4/6/2021

- Dos ancianos fallecen por una mala combustión de la caldera. 29/1/2021

- Un total de 35 intoxicados por monóxido durante un concierto en una iglesia de Barcelona. 20/1/2013

 

Los síntomas clínicos de un envenenamiento leve no son específicos y se pueden parecer a los de una enfermedad viral como vómitos, dolor de cabeza, malestar, debilidad, fatiga y falta de respiración. Después de una exposición a pequeñas concentraciones los pacientes que sufren enfermedades cardiovasculares o cerebrovasculares pueden sufrir un empeoramiento, por ejemplo isquemia o infarto de miocardio, o derrame cerebral.

 

Exposiciones moderadas pueden producir fuertes dolores de cabeza, debilidad, mareos, nauseas, vómitos, síncope, taquicardia y taquipnea seguidos por bradicardia y bradipnea, sofocos, cianosis, sudoración, disminución de la atención, dificultad al pensar, vista borrosa o oscurecida, pérdida del control muscular, silbidos o fuertes zumbidos en el oído, somnolencia, alucinaciones...

 

Exposiciones graves pueden producir convulsiones, evacuación involuntaria, edema pulmonar, fallo respiratorio, estupor, pérdida del conocimiento, coma, colapso y muerte.

 

Todo esto ocurre a concentraciones muy pequeñas las cuales son medidas en ppm (partes por millón). 1ppm es como tener un mililitro en 1000 litros. Un 1% equivale a 10000 ppm. Esto da una referencia de su gran toxicidad. Puedes ver en la siguiente tabla cómo afecta al organismo según la concentración que haya en el ambiente y el tiempo de exposición al mismo:

Ante este peligro que tenemos en los hogares debemos minimizar el riesgo y para ello lo fundamental es la prevención, siguiendo una serie de consejos para evitar su generación. Debemos saber qué tenemos en nuestra vivienda que pueda crear este gas y saber su funcionamiento y mantenimiento para que su rendimiento sea perfecto:

 

- Chimeneas. Deben estar en un lugar con buena ventilación, deben revisarse y limpiarse anualmente para que tengan buena evacuación de humos y que no acumulen suciedad.

 

- Calderas. Normalmente son de gas (butano, propano o gas natural) y se usan para calentar agua para las viviendas. Deben estar situadas en el exterior o en su defecto en una estancia con aperturas libres a la calle que no deben bloquearse, deben también pasar una revisión periódica por una empresa certificada. Si la llama es amarillenta el calentador no está quemando bien y debes llamar a un técnico.

 

- Fogones de cocina. Funcionan también a gas y deben estar bien limpios para producir una buena combustión con llamas azules. Tienen una entrada para el aire que se mezcla previamente con el gas antes de quemarse. Si puedes ver esas entradas debes asegurarte de que estén siempre limpias y libres de obstáculos. Lo puedes ver en la siguiente imagen de un fogón portátil.

Vista trasera de un fogón de gas portátil. Detalle de las entradas de aire. AprendEmergencias
Vista trasera de un fogón de gas portátil. Detalle de las entradas de aire. AprendEmergencias

- Estufas de combustible. Se puede usar madera u otros combustibles fósiles o gasoil. Deben tener buena ventilación y pasar sus revisiones correspondientes.

 

- Estufas de gas. Recomendable comprarlas con el sistema de seguridad ODS (sensor de deficiencia de oxígeno) que desconecta el gas en caso de que detecte una deficiencia de oxígeno en el ambiente. Mantener siempre abierta unos centímetros una ventana para favorecer la buena ventilación.

 

- Braseros de carbón o de picón. Muy usados antiguamente para ponerlos bajo la mesa camilla, son susceptibles de generar este gas por lo que su uso está totalmente desaconsejado.

 

- Motores de explosión. Nunca se debe mantener arrancado un vehículo de combustión dentro de una cochera ya que transcurrido un tiempo empezará a formarse monóxido de carbono por falta de oxígeno. Tampoco se debe hacer esto con ningún aparato que funcione a combustión como puede ser un grupo electrógeno.

 

Y como segundo punto para minimizar el riesgo está la protección, proteger todos los hogares con detectores de monóxido de carbono que nos avisen con una fuerte alarma cuando se esté generando este gas. Son pequeños aparatos autónomos, con una batería que puede durar varios años, con fácil mantenimiento y baratos.

 

Así que mucho ojo con este gas porque ya sabes dónde puede estar presente y es imposible de detectar porque ni se ve ni se huele.

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